El gaucho, símbolo de la tradición, está directamente asociado a las costumbres campestres Argentinas

El gaucho, símbolo de la tradición, está directamente asociado a las costumbres campestres argentinas.
Su figura fue cambiando a medida que se expandió la frontera agrícola-ganadera. Hombre de campo y hábil jinete, su origen se remonta al siglo XVII en las regiones pampeana y del litoral.

Nómade y de costumbres solitarias, no tenía trabajo estable ni lo añoraba, y solo de vez en cuando se “conchababa” en actividades de corto tiempo por una retribución que usaba para comprar aquello que no podía obtener por sí mismo como el tabaco y el alcohol de caña, o parte de su apero.

Era representado popularmente como ignorante, taciturno, escurridizo, libre, sin ataduras, sin hogar ni familia, vago, solitario, perseguido por la ley y a veces violento. La extensión de la frontera agrícola y ganadera, con la consiguiente incorporación de nuevas tierras fértiles y la modernización del campo, incorpora al gaucho, de costumbres sedentarias, a los trabajos campestres.

A partir de la década de 1880 –hasta los años treinta del siglo subsiguiente– se da un proceso de revalorización cultural del gaucho, como ícono de la nacionalidad y de la tradición. La fotografía fue entonces un vehículo privilegiado para la nueva representación
Curiosamente, son muy escasos los primeros planos en las fotografías de gauchos de la época. Uno de los grandes maestros de esta fotografía fue Francisco Ayerza, que descolló con su obra en el último decenio del siglo XIX.